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Patoruzú

Patoruzú es un personaje de historieta creado por Dante Quinterno en 1928, considerado como una de las referencias de la historieta argentina junto a Mafalda. El protagonista pertenece al pueblo tehuelche y es considerado como el “último de los tehuelches”, haciendo sus primeras apariciones con el nombre de Curugua Curuguagüigua en la historieta Las aventuras de Don Gil Contento, en el que aparecía como un personaje secundario que se traslada hasta la capital argentina debido a la muerte de su tutor y, un sobrino de este, Don Gil Contento acepta la petición del fallecido, adoptando al tehuelche, ofreciendo una visión en la que los indios eran considerados como meros objetos que no tienen poder de decisión.

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Estas primeras viñetas tuvieron tanto éxito que poco tiempo después el indio sería el protagonista de una viñeta y su nombre cambió al de Patoruzú, pues el nombre con el que se dio a conocer era muy complicado de pronunciar. Así, nació la verdadera historia del indio Patoruzú que, en un principio fue presentado al público como un indio tehuelche humilde, ignorante e, incluso silencioso al que no le gustaba hablar, cuyo tutor era noble y justo, pero con el paso del tiempo, Quinterno introdujo una serie de atributos nuevos en los que se presentaba a Patoruzú como un estanciero de gran poder económico, mientras que su tutor adquiere una personalidad más maliciosa e intenta obtener el máximo rédito económico del tehuelche, pudiéndose hacer una clara comparación a la Campaña del Desierto realizada por la República Argentina entre 1878 y 1885 en la que se llevó a cabo una destrucción de los asentamientos indígenas, entre ellos los tehuelches, así como la sustracción de buena parte de la extensión de la Patagonia para intereses argentinos. Así, el indio poseía algunas características como un poncho, típica prenda de vestir tehuelche, pantalones azules arremangados, una pluma coronando su cabeza y el uso de boleadoras que el indio utiliza con gran habilidad. Entre sus rasgos físicos destaca su largo cabello negro y su prominente nariz, formando así el estereotipo de indio que se tenía en la Argentina de principios del siglo XIX y que en la actualidad también se puede observar. De igual manera, el habla del tehuelche también se ve influenciado por su condición de “extranjero”, pues se asemeja bastante al de un iletrado, aunque no es realista, pues en él se aprecian aspectos de distintas partes de Argentina, no solo de la Patagonia, pues también aparecen rasgos guaraníes o quechuas, situación completamente irreal.

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En nuevo contexto y en el diario El Mundo se expande el mundo en el que se desarrollan las aventuras del tehuelche, muchas de ellas relacionados con aspectos comunes de la vida cotidiana como el uso de la electricidad, pero que los indios no conocían y Patoruzú se relaciona con una gran cantidad de personajes secundarios entre los que destacan algunos como:

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  • Isidoro Cañones, uno de los personajes con los que Patoruzú más se desarrolla, pues es de los últimos supervivientes de la primera historieta de Quinterno y en él se pueden discernir los atributos propios de una persona de la capital que intenta vivir de las rentas del indio estanciero, para lo que realiza diversas jugarretas, pero también aparece en ocasiones como un personaje íntegro y sincero que vela por la seguridad de Patoruzú

  • Upa es el hermano pequeño de Patoruzú y hace su aparición en la tira de forma muy tardía y espontánea, siendo caracterizado por unos atributos similares a los de su hermano, pero con el paso del tiempo adquirirá unas características propias de la “civilización”.

  • La Chacha: Es la nodriza de Patoruzú durante su etapa en la estancia y la persona sobre la cual recae la dirección de la misma cuando el cacique la abandona para trasladarse a Buenos Aires, siendo una antítesis de la figura de Isidoro, pues desea lo mejor para Patoruzú y siempre le aconseja.

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Esta tira cómica también fue utilizada como crítica política, pues en sus primeros años se apreciaba una desaprobación del gobierno de la de Hipólito Yrigoyen, el oficialista, mientras que se defendía la existencia de un gobierno militar, siendo utilizado también posteriormente por la dictadura militar de los años 70 y 80 como símbolo nacional, es decir, así como Mafalda lo fue con posterioridad.

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